3/01/13 - 13:21
La fiesta kirchnerista
por el recibimiento de la Fragata Libertad no fue tal para Luis Suárez,
cantinero del buque escuela desde hace 28 años, que fue despedido de su trabajo
por presiones oficiales. ¿Su pecado? Haber dado una nota a la señal de noticias
TN contando lo que vivió en Ghana y haber deslizado críticas al manejo que el
Gobierno hizo de la situación.
En un diálogo en
exclusiva con Clarín.com, Suárez mastica la bronca de haberse quedado sin
trabajo. “Al concesionario de la cantina lo presionaron para que me saque, pero
yo nunca falté a la verdad, aunque mis palabras no haya sido las más apropiadas
para el Gobierno”, dijo.
“Esto es una
humillación tremenda, hace 28 años que trabajo en el barco y me dieron un
argumento infantil, me dijeron que por culpa de mis declaraciones a TN casi
peligra la liberación de la Fragata”, relató Suárez, que quería guardar
silencio hasta el lunes, pero al verse hoy en la tapa del diario Perfil se
decidió a hablar con este portal.
En un reportaje con la
señal de cable, el ahora ex cantinero había manifestado que las autoridades
argentinas sabían que si se viajaba a Ghana se iba a correr el riesgo de que la
Fragata sea embargada. Ese era el rumor que se oía en el barco y que Suárez
blanqueó en la señal de noticias. “Me van a cortar los pies y las manos por
decir esto”, opinó en octubre, al regresar al país. No se equivocó.
Suárez participó del
acto de recibimiento del barco que tuvo a la presidenta Cristina Fernández de
Kirchner como principal oradora. Subió a la Fragata un día antes y ahí pudo
palpar el cambio de humor para con su persona. “Me reciben mal, yo era mala
palabra”, explicó.
Según dijo, su patrón
recibió presiones para que él no salga a cubierta, lo hicieron apagar el
celular y le prohibieron hablar con los medios. “Tenían terror de que me tome
una cámara”, afirmó. Recién pudo salir a las 11 de la noche, cuando los
funcionarios, los militantes K y la mayoría de los medios se habían ido y solo
quedaban los familiares, esperando a los suyos después de tantos días de
tensión.
Ahora Suárez analiza
cómo seguir con su vida, ya sin la Fragata Libertad, su segunda casa durante
los últimos 28 años. “Me quede sin nada”, sinceró el hombre que había
dicho que el embargo del buque había sido una puñalada en el corazón. Nunca
imaginó que el regreso de la “Frali” iba a ser otra puñalada, esta vez por la
espalda.
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