El mayor problema de los ciudadanos más o menos aggiornados al mundo digital es dónde guardar los datos. Las fotos de la familia, los archivos del trabajo, los videos de los niños, la agenda del teléfono. Internet tiene una solución para todo: los grandes jugadores han dictaminado que el futuro está en “la nube”. Google, Apple, Amazon apuestan a que todos nuestros archivos estarán directamente en Internet y apenas usaremos algunas computadoras para conectarnos a la red: todo lo demás sucederá ahí arriba, en “la nube”, lo más cerca posible del Dios Internet. La velocidad de los servidores y el aumento de la tasa de conexión harán factible un mundo que ya está pasando: no somos dueños del guardado de nuestros datos, confiamos en algo que seguramente estará allí para siempre.
Sin embargo, los grandes jugadores de Internet apuestan a que todos suban sus empresas a “la nube” con alguna agenda no del todo clara que termina generando dependencia de millones de usuarios. Tal vez el caso más emblemático es el cerrado circuito de consumo cultural que propone Apple, cuya música es casi imposible de trasladar a otro artefacto que no sea de Apple. Empero, Red Hat –la empresa pionera en el mundo de GNU/Linux– piensa que otro mundo es posible. ¿Cómo? Con un servicio que se llama OpenShift, y combina software libre, servidores gratuitos (hasta cierto límite, tampoco se crean), independencia a la hora de salir de allí, y soporte en caso de tener ganas de quedarse.
¿Y la letra chica? No parece haber letra chica, salvo que el servicio gratuito tiene un límite –bastante alto para los requerimientos habituales de pequeños emprendimientos– y con posibilidad de escalar rápidamente si el asunto da. Escalar nada tiene que ver con el andinismo: se trata de una forma de hacer crecer “el servidor” de forma automática en la medida en que haya cada vez más visitas, o se necesite más espacio, más procesamiento, esas cosas. “Muchas otras plataformas disponibles no se basan en estándares abiertos, sino en tecnologías propietarias, o motores o lenguajes propietarios, y uno tiene que hacer su solución a medida o transformar esas plataformas”, dice Juan Noceda, de Red Hat, a Página/12.
¿Y en qué se diferencia con la nube de Google, la de Amazon, la de GoDaddy? En principio, que el piso de ingreso es gratuito y el código de la tecnología OpenShift también es libre: es decir, se puede bajar e instalar en cualquier otro servidor. “Damos muchos tipos de tecnologías como php, java, perl, pero no los limitamos a ellas. Uno puede tener un sistema abierto e incluir otras tecnologías. No están restringidos a lo que les damos nosotros.” OpenShift es el último gran proyecto de Red Hat, empresa que cotiza en la Bolsa de Nueva York y el año pasado llegó a facturar mil millones de dólares por servicios asociados, entre otras cosas, al servicio Red Hat Enterprise Linux.
Red Hat es una de las empresas emblema como modelo de negocio exitoso en el complejo mundo de software libre: en vez de cobrar licencias por el uso de su sistema operativo basado en Linux, cobra por servicio para asegurar un sistema estable. Mientras tanto, el entorno de experimentación –aunque sin servicio– crece en el mundo comunitario bajo el nombre de Fedora. En el mundo de OpenShift el planteo es similar: tiene una versión openshift.com, con una versión pública administrada por Red Hat con suscripción básica totalmente gratuita, con posibilidad de pasar a una suscripción premium cuando se pasa del servicio básico (esto todavía no está disponible, hasta fin de año todo el servicio seguirá siendo gratuito). “La otra versión es empresarial para instalar en centros de datos, para quienes puedan o quieran crear su propia versión de Open-Shift y ofrecer servicios de plataformas a clientes internos”, dice Noceda. La otra parte del proyecto es mantener el código abierto y usable libremente para incentivar la innovación. “La idea es que uno sólo paga lo que usa”, dice Noceda.
¿Y hasta cuándo es gratis? “Hasta tres nodos de procesamiento: cada nodo tiene un procesador, 1 Gb de RAM y 3 Gb de disco. A partir de ahí ofrece elasticidad, autoescalabilidad, y cuando estos requerimientos se vuelven ociosos, el sistema los retira automáticamente”, cuenta Noceda.
En los últimos ocho meses, el crecimiento de OpenShift ha sido exponencial. “Estamos teniendo una adopción de decenas de miles de usuarios, y crecimiento más acelerado que nuestros competidores cuando empezaron”, dice Noceda. ¿Y cuáles son los competidores? “Son competidores parciales. No hay ninguno que reúna las características de OpenShift, por eso nos dan buenos comentarios. Google tiene un motor de aplicaciones que sólo funciona en Google, no es una comparación directa. Heroku tiene algunas características interesantes pero no tiene la misma estrategia de software libre. Cada empresa tiene su propia agenda: Google quiere vender publicidad en línea. Nosotros queremos vender el valor agregado de manejar el plan, y el usuario hace lo que quiera: es un acelerador de proyectos increíble.”
Red Hat tampoco pareciera estar muy preocupada por la posibilidad de que su sistema abierto sea mal usado o sobreexplotado: “Tenemos verificaciones de que la persona sea un ser humano y de que la cuenta de correo exista. Después tenemos algoritmos internos de la aplicación que busca patrones comunes de consumo y de volumen y pueden darnos alertas, pero en este momento no nos preocupamos demasiado por eso”, dice Noceda.